Generalidades sobre la teoría de la traducción
Traducir significa transferir por escrito un texto en otro idioma.
La complejidad inherente a esta definición aparentemente sencilla la describe Jiři Levý de la siguiente manera: "Desde el punto de vista teleológico se entiende la traducción como un proceso de comunicación: La meta del proceso de traducción es transmitir al lector del texto meta el conocimiento del original. Desde el punto de vista de la situación de trabajo del traductor (es decir, desde el punto de vista pragmático), la traducción es siempre un proceso de decisión: Un número determinado de situaciones consecutivas - o de jugadas - que obligan al traductor a tomar una decisión entre un número determinado (y muy a menudo bien definible) de alternativas ." (En: Wilss, 1981, pág. 219). A ello se agregan los aspectos culturales muchas veces muy conflictivos que se describen de manera tan marcante en la siguiente cita de la Prof. Dr. Irene Weber-Henking: "Traducir significa siempre el encuentro con otra cultura. Pero las opiniones difieren de cómo se debe realizar este encuentro en cada caso concreto. Como es sabido, hay en general dos concepciones/escuelas opuestas. La filosofía universal, en su creencia en un humanismo transfronterizo, ve en la traducción básicamente un aporte al establecimiento de una lengua común. Por el contrario, la escuela romántica, representada, entre otras teorías, por la de Schleiermacher, entiende la traducción como una especie de cruce e interfecundación de las culturas gracias al reconocimiento de sus respectivas particularidades inalterables. En esta área conflictiva caracterizada por estos dos polos, ha de "tomar cartas" todo acto de traducción."
Y Ester Saletta concretiza esta problemática: "Si traducir no solamente significa la transferencia de una lengua a otra o el traslado de un texto origen a otro meta, sino más bien el traslado entre culturas, no se pueden pasar por alto las diversas formas del contacto entre las culturas en cuestión. La actividad de la traducción supera entonces en este sentido las dificultades lingüísticas y dirige su interés principal hacia las personas y sus relaciones. Se habla de una característica interna y otra externa de la traducción, refiriéndose la primera al objeto a traducir, es decir al texto, y la segunda, por el contrario, a los contextos, es decir aquéllos de los que y a los que uno traduce."
Concretizando, la implementación de estas y otras reflexiones teóricas la entendemos de la siguiente manera: Hay que tener siempre presente el fin y el grupo de usuarios para los que se traduce algún texto y si la traducción tiene el valor de uso que espera nuestro cliente.