Elección del traductor
Las competencias que tienen que ostentar nuestros traductores son las siguientes:
- Competencia traductora:
Se basa en la facultad de traducir el texto origen a la lengua meta considerando su contenido, nivel lingüístico, intención y estilo, obteniendo el adecuado grado de efectividad y ateniéndose a los acuerdos, reglas y requisitos existentes.
- Competencia lingüística y textual:
Se basa en el dominio de la lengua origen y lengua meta y requiere el conocimiento necesario y una visión general de las convenciones sobre clases de textos en lenguaje común y especializados, así como la competencia para convertirlos.
- Competencia indagadora:
Se trata de saber investigar de manera eficiente el conocimiento técnico y lingüístico adicional que se requiera para el entendimiento del texto origen y la elaboración de la traducción.
- Competencia cultural:
La competencia cultural abarca el conocimiento de las informaciones características de las culturas de partida y de destino y relativas a lo local, los patrones de comportamiento y sistemas de valores, así como la capacidad de utilizarlas.
- Competencia especializada:
La competencia especializada abarca las facultades y aptitudes que requiere un traductor para preparar y confeccionar profesionalmente las traducciones, así como el manejo de los recursos técnicos.
Por lo menos se deberá cumplir una de las condiciones siguientes:
Una formación profesional formal de traductor (con título universitario reconocido);
Una formación similar en otra especialidad con por lo menos dos años documentados de experiencia como traductor;
Examen de traductor con reconocimiento estatal ante la IHK (Cámara de Industria y Comercio);
Toma de juramento como intérprete ante el Tribunal Regional competente;
Autorización por el Tribunal Regional Superior competente o, excepcionalmente, larga actividad exitosa como intérprete o bien traductor.